«Estados iluminados» vs. «estados delincuentes»
Ana Baron
El
Nacional,
22 de octubre de 2000
La Cumbre del Milenio que tuvo lugar en Nueva York no logró disipar ninguna de las dudas que existen sobre la eficacia de las Naciones Unidas para resolver conflictos a escala internacional. Todo lo contrario. El intelectual estadounidense Noam Chomsky asegura que lo ocurrido con la Cumbre no le sorprendió. En su opinión, la intervención de Estados Unidos en Colombia es una prueba más de que poco o nada ha cambiado desde que terminó la Guerra Fría.
Fundador de la lingüística moderna, autor de numerosos libros y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Chomsky tiene un sólido prestigio académico. Aun así, es más conocido por sus posiciones políticas de izquierda y sus críticas a la política de Estados Unidos. Su último libro,Estados delincuentes. El imperio de la fuerza en los asuntos internacionales, está por salir a la venta en estos días.
—Terminada la Guerra Fría y el mundo bipolar, ¿cómo define el nuevo orden internacional?
—Como algo bastante parecido a lo que era antes. Mire, si no, lo que está pasando en Colombia.
—¿Es más de lo mismo?
—Mucho me temo. Tomemos, por ejemplo, el concepto de soberanía y de derecho internacional, que están tan de moda. Cuando Estados Unidos y los aliados europeos bombardearon Kosovo, muchos pensaron que estábamos entrando en un nueva era «humanitaria», en que la fuerza a escala internacional sólo sería utilizada en determinados casos. La idea era que la soberanía y el derecho internacional eran conceptos totalmente superados por la globalización, y que si un Estado de los llamados rogue states (Estados delincuentes) se ponía a matar a su gente, sería necesario intervenir por razones humanitarias. Los «Estados iluminados» decidirían cuándo y cómo. Pero después vino Timor Oriental, donde estaba ocurriendo una verdadera carnicería, la peor desde que tuvo lugar el Holocausto. En ese caso, los «iluminados» decidieron que la soberanía de Indonesia debía ser respetada, aunque Timor Oriental nunca formó parte formalmente de Indonesia. Pero eso no importó. Hubo que esperar a que Indonesia pidiera ayuda para enviar fuerzas de la ONU. La diferencia es simple. Si bien en los dos casos se estaban cometiendo atrocidades, Indonesia es un «Estado cliente» de Occidente, mientras que Yugoslavia es un «Estado delincuente».
—¿Cuáles son los «Estados iluminados» y cuáles los «Estados delincuentes»?
—Los iluminados son los que se definen a sí mismos de ese modo. Estados Unidos es un Estado iluminado. Y su perro de presa, Gran Bretaña, lo es cuando sigue sus órdenes. Todo el que acepta participar en la cruzada es un Estado iluminado, y todo el resto son Estados delincuentes. La distensión es así de simple. Lo más contradictorio es que Estados Unidos es el país que menos acuerdos sobre derechos humanos ha ratificado y firmado a escala mundial.
—¿Cómo define a Colombia?
—Colombia es la mejor prueba de que la Guerra Fría siempre fue un pretexto. Ahora el pretexto es la droga. Estados Unidos ha estado implicado en la lucha antiterrorista en Colombia desde hace años. Y su involucramiento aumentó a medida que aumentó el poder de las FARC. Lo que ha ido cambiando es la excusa: la verdadera razón es que Colombia es un país relativamente rico, que tiene petróleo y que limita con Venezuela, que actualmente es el mayor proveedor de petróleo de Estados Unidos.
—¿Teme usted que Colombia se transforme en un nuevo Vietnam?
—No. Vietnam fue una guerra imperial muy inusual. En general, los imperios utilizan las fuerzas locales para lograr sus fines. Un imperio utiliza sus soldados para la conquista inicial, pero no para mantener su poder. Por ejemplo, Inglaterra en la India utilizó las fuerzas locales. Los ingleses estaban ahí, pero el que hacía el trabajo sucio era el ejército indio. Colombia se parece más a El Salvador. El ejército colombiano, como todo ejército, tiene sus propios paramilitares, que son los que se encargan de cometer las atrocidades. El Departamento de Estado reconoce que las peores violaciones a los derechos humanos en Colombia son cometidas por los paramilitares. Pero eso no impidió que el ejército colombiano recibiera un cheque por 800 millones de dólares. Los derechos humanos en este caso tampoco parecen ser una prioridad.
—¿Piensa usted que el conflicto se limitará sólo a Colombia? ¿Es fundado el temor que tienen Brasil y los demás países latinoamericanos?
—Creo que es fundado. La violencia aumentará, ya ha comenzado a aumentar. También son preocupantes las armas biológicas que piensan utilizar para terminar con los cultivos de coca. Son armas que han ensayado en los laboratorios, pero nadie sabe qué puede pasar si las utilizan en el Amazonas. Sabemos que afectará a los cultivos de coca, pero nadie sabe qué pasará con el resto de la vegetación, los animales y los seres humanos.
—¿Cómo evolucionará el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez?
—Si Chávez toma el control de los recursos de Venezuela para introducir reformas sociales en su país, habrá problemas. Cada vez que un presidente latinoamericano intentó algo así, terminó mal. Recuerde a Jacobo Arbenz, en Guatemala. Estados Unidos organizó una invasión militar que derrumbó su gobierno y dio inicio a cuatro décadas de terror.
—¿Por qué dice que nada cambió desde la Guerra Fría?
—Porque los intereses siguen siendo los mismos. El Muro de Berlín cayó en noviembre de 1989. ¿Qué pasó? Un mes después, Estados Unidos invadió Panamá, secuestró al presidente —que a esas alturas a nadie le gustaba, pese a que había trabajado para la CIA— y colocó un gobierno títere. Muchos pensaron que después de la Guerra Fría, Estados Unidos podría finalmente ocuparse de los derechos humanos y de la democracia, pero lo primero que hicimos fue disminuir la ayuda que brindamos a los países latinoamericanos. Entonces el mensaje fue que ahora el mundo en desarrollo ya no importa.
—El presidente Bush recurrió en su momento a las Naciones Unidas para que le dieran luz verde a la guerra del Golfo. ¿No fue eso un cambio?
—Desde que fueron creadas, después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas fueron una agencia más de Estados Unidos. Cuando comenzó la descolonización, empezaron a ser más representativas, y entonces Estados Unidos comenzó a oponerse prácticamente a todo lo que se proponía en su seno. Estados Unidos tiene el récord de vetos en el Consejo de Seguridad y cuando la Unesco adoptó posiciones demasiado tercermundistas, se retiró de esa organización. Estados Unidos está prácticamente destruyendo a las Naciones Unidas cuando se opone a pagar lo que debe. Lo que ocurre es que no quiere ceder su soberanía a una organización que no controla de modo absoluto.
—¿Y la Organización Mundial del Comercio?
—Estados Unidos presionó mucho para que la OMC fuese creada. Pero ahora, cuando hay algo que no nos conviene, ya no respetamos sus reglas. Recientemente, la Unión Europea acusó a Estados Unidos de violar las reglas de la OMC con el embargo contra Cuba. Pero la Casa Blanca dijo que esa era una excepción por razones de seguridad nacional. Como si la sobrevivencia nacional de Estados Unidos dependiera de que los niños cubanos se mueran de hambre o de que en los hospitales de La Habana no haya medicinas para curar a los enfermos. Lo que revela esto es la importancia que le damos a nuestra propia soberanía, a nuestro derecho de hacer lo que nos dé la gana, justo en el momento en que decimos que el concepto de soberanía ya no tiene importancia porque los Estados iluminados liderarán el mundo en la lucha por los derechos humanos. ¡Por favor!
—¿Qué posibilidades hay de que se levante el embargo durante el próximo gobierno?
—Gane quien gane, no creo que la política hacia América Latina cambie mucho. Durante años, los ataques contra Cuba fueron justificados con el pretexto de la Guerra Fría. Cuba era el tentáculo del imperio del mal, que amenazaba con estrangularnos. Eso fue siempre una estupidez. La decisión de derrocar al gobierno cubano fue tomada secretamente en marzo de 1960, y entonces todavía no se había consolidado una relación muy significativa entre Moscú y La Habana. Cuando la Guerra Fría terminó, los ataques en contra de Cuba se endurecieron. Recientemente desclasificaron papeles que revelan por qué el presidente John Kennedy quería derrocar a Fidel Castro. Según el historiador Arthur Schlesinger, existía «el temor de que las ideas de Castro se expandieran por América Latina, donde la riqueza estaba muy concentrada y los pobres podrían verse estimulados por el ejemplo de la revolución cubana». Temían que los pobres comenzasen a pedir oportunidades para vivir decentemente. Bueno, ésa era la amenaza.
—¿América Latina está destinada a integrarse en una zona de libre comercio con Estados Unidos?
—Muchos de los problemas de América Latina han sido internos. El gran problema es que, tras la conquista española, los países latinoamericanos siempre han mantenido relaciones más intensas con el mundo occidental que entre sí. Ahora eso está cambiando. Pero que la influencia que ejerce Estados Unidos y también Europa sobre esta región sea tan fuerte, se explica, justamente, porque la relación entre ellos mismos fue muy débil.